Si miramos en retrospectiva, todas y todos debemos recordar aquella madrugada intensa y luminosa del 4 de febrero de 1992. Tal vez, esa noche antes, muchos se habían acostado sumidos en la más profunda de las tristezas, con las esperanzas colgadas en los parpados de sus ojos. Así se acostaba la gente en el país de entonces, impregnado por un ambiente gris y desolado. Aunado a ese escenario de dolor y de llanto aparecían los partidos del status (AD-COPEI) nadando en las aguas putrefactas de la corrupción y como si nada ocurriera en este país y a lo interno de la sociedad venezolana, se fue acumulando un profundo desprecio por la dirigencia política de esos partidos, desplazados ahora por las fachadas partidistas como Voluntad Popular y Primero Justicia, que en realidad son empresas de negocios, auspiciadas por los imperios, que son los que cobran; por supuesto, repartiendo porcentajes de millones de dólares con los principales dirigentes corruptos, traidores y asesinos de esos partidos nefastos para la salud de la patria y de toda la sociedad.
La frustración colectiva no sólo se quedaba allí, en las voces de la gente y el mirar frio de los partidos, sino que había un desencanto generalizado contra la democracia puntofijista e inclusive hacia sus dirigentes. Parecía que no había salida, porque el consenso amarrado en el Pacto de Puntofijo había sido tan trenzado que impedían su desamarre. El sistema político estaba tan rancio que hasta para elegir a una “Reina” o “madrina” de unos juegos de bolas criollas, se consultaba al CEN (Comité Ejecutivo Nacional) de AD o a la cúpula de los Socialcristianos. Tanto así, que un día por allá en el pueblo de Maqueronte, se armó todo un alboroto por la elección de una “Reina” en unos de esos juegos de bolas criollas; donde en un partido político decían que había ganado su candidata y los del otro partido político decían que era la de ellos la que había ganado. En silencio, al final terminaban negociando.
Pero más que anécdotas, la democracia puntofijista era una farsa, un juego permanente, donde los medios de comunicación sólo informaban las vanidades y banalidades de quienes gobernaban el país. Por ejemplo, cuando hablaban de la chaquetica a cuadros del Presidente, o cuando micrófono en mano decían: ¡Señores y señoras, nos encontramos a las puertas de la Residencia de Gonzalo Barrios, donde el presidente Jaime Ludinchi se encuentra jugando una partida de dominó con Luis Herrera, Caldera y Eduardo Fernández; en tanto, nosotros estaremos aquí a la espera para ver que noticias tiene para el país”. Por supuesto, casi nunca había declaraciones porque al salir estaban indispuestos por los tragos que habían consumido. Esa era la verdad de Venezuela, de unos políticos y gobernantes corruptos e ineptos que se burlaron durante décadas de la fe de nuestro pueblo.
Por eso, en esa madrugada de luna llena, llegó el 4 de Febrero de 1992, montado en el rocio de la esperanza para empezar a mirar hacia el horizonte de la patria posible. Hace 29 años que se sembró la revolución bolivariana en la conciencia de nuestro pueblo. Y como dice mi amigo Ronald Blanco LaCruz, protagonista y testigo de acción de esa rebelión militar, "el 4-F activó Poder Constituyente".
Efectivamente, ese día, 4 de febrero de 1992, apareció en escena Hugo Chávez Frías y la voz cobró conciencia política para decirle a su pueblo esa frase del "POR AHORA", que quedará grabada con letras de oro en la historia de nuestra patria.
¡Viva el 4 de Febrero!
San Cristóbal, 4 de Febrero de 2021
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