miércoles, 17 de julio de 2019

Expulsiones, no migraciones


La gobernanza global al servicio del imperialismo transnacional capitalista, diseña, instrumentaliza y aplica contra la Humanidad nuevas lógicas de expulsión de los órdenes sociales y económicos. Expulsión como ocupación para desmantelar el Estado social.

Además de la guerra, otras prácticas se diseñan para este fin: despido de millones de trabajadores, precarización de salarios, desempleo, proscripción de programas gubernamentales de salud y bienestar social, eliminación de seguros y demás ayudas, así como de regímenes legales de protección.

Los Gobiernos subordinados a esta lógica privatizan grandes extensiones de tierra de su propio territorio con la excusa de producir alimentos. Expulsan a los pequeños pueblos campesinos y acaban con las economías rurales locales. Aprueban leyes que permiten prácticas destructivas de extracción de minerales destrozan todo a su paso y aplican políticas de austeridad que van desde la pobreza extrema hasta el empobrecimiento de las clases medias. Para rematar, tributan millones de refugiados en campos formales e informales. 
Este plan de pérdida de la soberanía de los Estados Nación refuerza autoridades no territoriales, no estatales. Las fuerzas multiestatales y transnacionales mandan, retrogradan el consumo, expolian al trabajador y expulsan a millones de desempleados, lanzándolos a la pobreza extrema. Como símbolo de un fenómeno social tenemos la migración como una expulsión, hija de estos males.

La “Migración Segura”, definida por los globalistas encubiertos, vincula las sociedades de todas las regiones y también a nivel interregional. Hace que todas las naciones sean países de origen, tránsito y destino, naturalizándola. Al eliminar sus fronteras con el fin de colapsarlos, demuele los acervos e identidades de sus pueblos, desapareciendo a los ciudadanos y su gentilicio. Da existencia a una nueva condición social. Ahora todos pasamos a ser, no ya ciudadanos ni nacionales, sino migrantes. Somos “Personas Sociales”, individuos estandarizados, homogéneos y desarraigados. Desaparece la condición de ciudadanos.

Ese plan lo han venido aplicando al dedillo en Venezuela. Inducen, generan situaciones de crisis y colapsos, provocan el pánico y la huida. A millones de seres humanos no les queda otro remedio sino escapar de los flagelos asociados a estos fenómenos, promovidos, por la guerra híbrida que es guerra económica, inseguridad, narcotráfico, hambre, crímenes y desplazamientos forzados por la violencia instalada en sus territorios. Esto incluye, entre otros hechos, la trata de personas y el plan de demolición del modelo de Chávez que nos protegía.

Hasta el momento la ONU y sus multilaterales no han visibilizado ni actuado a fin de eliminar o atenuar las causas reales de esas situaciones. Sólo se han dedicado a “arreglar” las consecuencias, adaptándolas a esquemas y diseños pre elaborados. La corporatocracia ve en estas crisis migratorias un negocio: 2.328 médicos venezolanos aplican examen de suficiencia en Chile, miles de trabajadores migran al Metro de Santiago, otros miles de arquitectos, ingenieros y demás profesionales han sido captados por esos países que no tienen ningún tipo de regulación y control soberano ni inversión alguna.

Nuestro país ha sido históricamente generoso, solidario y benevolente con los migrantes y refugiados. Hoy, gobiernos miserables catalogan a los venezolanos de plagas y así los mal-tratan con persecuciones, esclavitud laboral y hasta sexual. Son abusos, visas y papeleos interminables como si fuésemos criminales.

Esta situación, exacerbada por la irresponsabilidad de individuos como Julio Borges, quien tildara a nuestros migrantes de “enfermedad contagiosa que debía extirparse antes de contaminar el continente”, es promovida por ONGs, entre ellas, la Open Foundation Society de George Soros, financista directa de este tipo de actividades.

Ese trato cruel nos mueve a denunciar ante la comunidad internacional la conducta criminal de estos gobiernos contra nuestro pueblo, una flagrante violación de los Derechos Humanos. Exigimos respeto a los migrantes de todo el mundo, sobre todo para los venezolanos y venezolanas que han decidido buscar su vida fuera del país.

Señalemos a los verdaderos culpables de esta tragedia: el bloqueo criminal contra Venezuela y el modelo capitalista salvaje, depredador, extractivista material y financiero, explotador y asesino. Son los que promueven estas migraciones económicas, variante de la maquinaria de guerra de armas silenciosas accionadas mediante la regla problema-reacción-solución.

María Alejandra Díaz

Constituyente

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