Por Carlos Tovar
La construcción de una emergente hegemonía cultural basada en la valoración de las luchas históricas de la nación venezolana y su incidencia en la conciencia colectiva de nuestro pueblo, han afectado los planes y apetencias imperiales del capitalismo mundial, siendo esta la razón fundamental para que Venezuela sea declarada como una amenaza inusual y extraordinaria.
La titánica autoridad moral y la inmensa labor comunicacional del Comandante Hugo Chávez Frías, lograron despertar en el imaginario colectivo de nuestros pueblos los fulgores del pensamiento bolivariano, activando en ellos su espiritualidad identitaria y el anhelo dormido y otrora derrotado, de luchar por la construcción de una patria grande, soberana e independiente, dislocando los planes expansionistas neocoloniales de un imperio en franca decadencia.
La doctrina del cambio de régimen por parte del gobierno estadounidense, implementada desde el año 1999, no ha escatimado recursos para financiar y ejecutar todas las estrategias de guerra multifactorial produciendo inmensos daños en la vida social, económica y humanitaria del pueblo venezolano pero, también ha permitido poner en evidencia la resiliencia patriótica de nuestro pueblo, en abierto contraste con el apátrida y torpe accionar de las fuerzas fascistas nacionales e internacionales.
El respaldo sistemático otorgado a la oposición venezolana por parte del gobierno norteamericano desde el inicio de la presidencia del comandante Hugo Chávez, deja como resultado un amplio expediente público, notorio y comunicacional de golpe de Estado, intentos de magnicidio, atentados y crímenes a dirigentes, sabotajes terroristas a los servicios públicos, insurrecciones (guarimbas) y ataques financieros que han dejado inmensos daños materiales y dolorosas pérdidas de vidas humanas.
En el año 2015 luego de obtener, mediante el transparente sistema electoral venezolano, un significativo triunfo en las elecciones para la Asamblea Nacional, la oposición inicia un proceso de desconocimiento de la institucionalidad del país, usurpando funciones de gobierno con la mirada complaciente de algunas naciones del mundo en un descarado intento por destruir el Estado Nación, utilizando el poder legislativo para solicitar el bloqueo comercial y financiero del país, facilitar la confiscación de innumerables activos y recursos económicos, sometiendo a nuestro pueblo a la mayor indefensión y privación de todos los derechos humanos consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, llegando al extremo de solicitar, sin la menor vergüenza, la intervención de una potencia militar extranjera.
La vulgar y antidemocrática amenaza con la que toman acto de posesión las nuevas autoridades de la opositora Asamblea Nacional en enero de 2016, al fijar un plazo de 6 meses para tumbar al gobierno constitucional de la República, determinó su estrategia insurreccional que se manifestó en las criminales Guarimbas del año 2017, donde la barbarie y el caos fueron sus tácticas preferidas llegando al extremo de quemar vivos a venezolanos por su color de piel y su aspecto de parecer chavista.
Asombrosamente el mundo no se pronunció con la vertiginosa rapidez con que reaccionan frente al más torpe fake news atribuido al gobierno bolivariano o a nuestro presidente Maduro. Ante esta atónita indiferencia y en su condición de máximo líder y estratega de nuestra revolución, nuestro presidente obrero, sensible al dolor de su pueblo, convocó a una Asamblea Constituyente que exorcizó la conjura y le devolvió, abruptamente, la anhelada paz a la Patria de Chávez y Bolívar.
Ante tantas derrotas el ex embajador de EE.UU. en Venezuela William Brownfield señaló públicamente “En este momento la mejor resolución sería acelerar el colapso aunque produzca un período de sufrimientos mayor por un período de meses o de años” y basados en esta determinación promueven una diáspora migratoria, inducida para convencer al mundo de la urgente necesidad de una ayuda humanitaria (de pertrechos) para salvar al pueblo venezolano.
La invasión humanitaria
El 23 de febrero del año 2019 en este segmento territorial fronterizo, se conformó un estado mayor en perfecta unión civico, militar, policial, popular integrada por el Ejército Bolivariano, la Guardia Nacional, Milicia Bolivariana, Policía Nacional, Policia del Estado, Protección Civil, Ejército de batas blancas, Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Gran Polo Patriotico, JPSUV, Federación Venezolana de Estudiantes Universitarios, Movimientos Sociales, Coordinadora Comandante Hugo Chávez, Colectivos Organizados de los Estados, Mérida, Lara, Trujillo, Portuguesa, Apure, Barinas, Zulia y Caracas, líderizado por integrantes de la Dirección Nacional del PSUV, librarón una batalla épica, una confrontación de la dimensión histórica de la Bicentenaria Batalla de Carabobo. Acá el pueblo cívico militar y policial una vez más. orientado por nuestro Presidente obrero Nicolás Maduro Moros y conducido por el Comandante Freddy Alirio Bernal Rosales, al calor de la arenga de la voz de mando inconfundible de nuestro eterno Darío Vivas, le propiciaron una contundente e histórica derrota a las hordas famélicas de bufones de la farándula mayamera, a la inmoral y corrupta dirigencia opositora y a las mal camufladas fuerzas del imperio invasor y sus gobiernos satélites.
La Batalla de los 4 Puentes fue librada por el pueblo venezolano contra un ejército camuflado, mimetizado y mediáticamente revestido de un barniz humanitario, conformado por una infantería de apariencia popular, una artillería mediática universal de alto contenido simbólico y dirigidos, en apariencia, por un nefasto y vergonzoso Estado mayor conformado por una legión de presidentes que al poco tiempo resultaron esbirros represores de sus propios pueblos y perritos falderos del imperio invasor.
Si la batalla de Carabobo selló la independencia de la patria en el siglo XIX, la Batalla de los 4 Puentes, en este siglo Bicentenario, ha sido el punto de quiebre político de la guerra multifactorial prolongada a la que ha sido sometido nuestro pueblo y sin lugar a dudas, esta honrosa victoria demolió la estrategia conspirativa y violenta de la ultra derecha nacional e internacional y le ha permitido a la oposición nacionalista y patriótica, deslindarse de una dirección mercenaria y pro imperialista para asumir la lucha política en el marco constitucional de la Democracia Protagónica y Participativa.
Hoy, a dos años de ese magno acontecimiento y al calor de la recuperación del poder legislativo nacional en legítimas elecciones por parte de las fuerzas bolivarianas, se abre una nueva etapa donde el pueblo venezolano y en especial el pueblo tachirense, se alzan victoriosos como muro de contención en defensa de la soberanía nacional y se hacen protagonistas en la reconstrucción de las nuevas relaciones sociales y políticas, para consolidar el nuevo bloque histórico patriótico que permita denunciar y derrotar las medidas coercitivas y unilaterales, contener la pandemia, recuperar nuestro Esequibo y garantizar la paz para la plena felicidad de nuestra Nación Bolivariana.
Hoy nuestra pacífica patria y todos los movimientos sociales conminamos al concierto de las naciones a hacer una lectura objetiva de nuestra realidad política, despojada de la visión parcializada de una mediática intervencionista que ha exacerbado la animadversión hacia un pueblo que solo reclama su derecho inalienable a construir su propio modelo de desarrollo, su democracia protagónica y participativa y su derecho a ser protagonista de su destino.
Gritamos ante el mundo civilizado que sólo aspiramos a construir un Estado de justicia y de derecho para asumir la orientación que nuestro libertador Simón Bolívar hiciera en su brillante discurso al Congreso de Angostura “El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”.
San Antonio del Táchira
Febrero Rebelde 23/02/2021
PSUV - TÁCHIRA